Contexto de pandemia, la vida interrumpida, las rutinas suspendidas, los otro significativos lejos, los quehaceres se volvieron domésticos y de subsistencia. Aparecieron imperativos en el aire, diciendo qué sí y qué no, empezaron a circular los discursos "habilitando" la posibilidad de la angustia, del entender la incertidumbre y por qué no, hundirse un poquito en la desesperación.
La reclusión, para muchos, se nos puso de repente
cómoda en el afán "adaptativo" que el ser humano tiene muchas veces frente a las circunstancias. Muchas ideas y sentires circulan en las redes sociales, muchos sueños de alta definición recreando un afuera que de repente no está...
A mí se me presentó como un interrogante el amor ¿Qué lo sostiene cuando lo único físico entre dos personas es un dispositivo o una red social?
Muchas veces de más chica tuve amigxs vía redes sociales, esa gente con la que uno habla de cualquier cosa pero que a penas conoce y que el anhelo de cruzarse alguna vez muchas veces sostiene ese encuentro virtual. La "falta del cuerpo" no se siente como un impedimento para hacer surgir sentimientos de calidez, confianza, amistad...
Hoy que se ve como un imposible urge su dimensión necesaria ¿Por qué las parejas no funcionan a larga distancia? ¿por qué si el amor es un sentimiento "que todo lo puede" se derrumba con la ausencia (a veces ni siquiera física, sino la idea "imaginaria" que uno tiene) del otro? Y en tan poco tiempo, relativamente hablando, claro... (no vamos ni dos meses y muchas parejas han dicho "adiós").
¿Se puede sostener el amor sin ponerle el cuerpo al asunto? ¿Hacer una videollamada es más intenso que mandar un audio y sostenerle la mano a alguien lo es aún más que hacer una videollamada?
¿Puede cobrar sentido el hacer reunión a través de una pantalla y que cada uno esté tomando su propio mate?
Creo que algunas de éstas son las cosas que hoy circulan implícitamente como la "nueva normalidad" (espero, de transición) y cabe preguntarse cuáles son las nuevas formas de sostener los vínculos.
También me pregunto, en caso de que esto se extienda muy largamente en el tiempo ¿Qué pasa con esa forma de amor social que hay en una marcha, en una protesta? El calor de los cuerpos que te acunan mientras caminas cantando, en la resistencia pacífica que aguanta y se sostiene en la creencia de la justicia social, en la igualdad ante la ley, en el que podamos ser nosotros mismos un poco más. En la tolerancia y el amor por la diversidad y en la homogeneización de una masa gigante con el mismo aliento.
Frente al fenómeno de los cacerolazos y aplausos desde la ventana, en su calidad individual (de lo cual no voy a emitir lo que pienso acá porque no viene al caso) ¿Cómo sostener lo colectivo? ¿Puede persistir la lucha virtualmente? ¿Es sólo la sumatoria de individuos con cuerpo, con voces al unísono? ¿Es el caminar en la calle? ¿Visibilizar e irrumpir en la cotidianidad de la masa?
Me encuentro pensando en qué hace que el "estar ahí" sea tan importante, en tantas formas distintas, siendo que no es lo mismo decir "te quiero" a través de una pantalla que abrazando, ni "poner el hombro o el oído" para alguien vía audios, ni poder saludar a la gente conocida con una sonrisa por la calle, en esos días que lo encuentran a uno de buen humor en una rutina, muchas veces, arrolladora. Y pienso ¿Cómo sostener esta "romantización" (ponele) de la rutina cuando vuelva a arrollarnos? ¿Podré recordar lo infeliz que fui durante estos días encerrada cada vez que el colectivo se atrase? No lo creo. Aunque voy a apreciar el estar afuera con mi entorno y valorar esas pequeñas cosas que ahora no existen, no va a durar; pero no quita que en algún momento halla sentido esto, que hoy tenga la esperanza de que tal vez hubo un cortocircuito que haga que alguien esté más dónde debería estar: en el presente efímero.
El ser humano no puede ser feliz mucho tiempo. La felicidad plena existe de a momentos y se percibe por contrastes, habiendo estadios de paz y armonía interrumpidos por la vida que no se detiene, claro. No se pueden predecir los efectos de un encierro a causa de una pandemia, pero me gusta creer que tal vez pueda percibirse más claramente la importancia del contacto humano, ni siquiera en el roce sino en la presencia, en las ganas del estar ahí, en la escucha cara a cara, en los aromas y la comida que se comparten, en el saludo con un beso (del cual reniego internamente cuando se produce con desconocidos) y en el poder abrazar a alguien en un arranque de afecto.
Y se me viene siempre esta frase de "poner el cuerpo", que de alguna manera excede completamente a la presencia física de un otro porque con ella sola no alcanza, aunque hoy tal vez pensemos que sí.
El encuentro de dos cuerpos que a veces produce desencuentros.
El no-encuentro de cuerpos que produce azares.
Poner en juego el tacto, la escucha, sentir el peso de la mirada, las posturas corporales relajadas en situaciones familiares (desabrocharse el jean cuando comes un montón es mi favorita) la atención latente y el cuerpo tenso frente a la novedad, el deseo manifiesto del estar ahí, el anhelo de que un momento "feliz" se extienda infinitamente en el tiempo... Es un poco, BASTANTE, la nostalgia la que habla, que a veces distorsiona las experiencias haciéndonos creer que fueron mejores de lo que en verdad sentimos en ese preciso momento. Y claro, la resignificación siempre al acecho de transformar aquello que creíamos estático y cerrado.
en fin...
El amor en distintas formas; en un mensaje, en la escucha latente del que mira, en el mate que se comparte, en la música de fondo que acompaña la compañía.