jueves, 13 de julio de 2023

Díscolo y muy singular

El mantel, la servilleta y los cubiertos obsesivamente acomodados

si los colores combinan, no es casualidad. 

Obra y rituales rústicos de ser humano, más tierra que cielo

el mate amargo, dulce, lavado, como venga... 

La palabra, que se desliza segura en su lengua

la mirada fija en el horizonte, olor a fábricas y barcos vienen a su mente

con toda displiscencia desarrolla la historia 

de luchas heroicas con raíces hundidas 

de aventuras y monstruos a los que tuvo que enfrentarse 

"No muevas la bombilla" interrumpe el relato

sobre héroes que son tumbas e ingratos que sirven de moraleja 

¿Y vos, qué? Tirando azares por la vida

caminando como caballo cansado, ritmo de vida calmo, sin muchas sorpresas

Perdido en la casa, encontrado en las calles

despertando el orgullo del pavimento a medida que caminás

Deshaciéndose afectuosamente de miles de abrazos para llegar puntual

canalizando el apasionamiento del pasado en la familia, que siempre está por encima de todo

¿Y aquellos a los que subieron al pedestal?

- son pillos...

- son hijos de puta

- y bueno, qué se le va a hacer

El escuchar lo hace paciente, cómico, sabio, consejero eterno.

No discutás ¿para qué arrancás si sabés que vas a perder? 

sale la fiera de la boca, dos palabras y te persuadió

los héroes se domestican, de vez en cuando, para entablar comunidad

sus palabras, no tanto. 


A E.M. 

lunes, 8 de mayo de 2023

Dos formas de escuchar música

Voy escuchando música en el micro con los auriculares, y de repente escucho la conversación de las señoras que venían atrás, entrecortado por el ruido estruendoso de la máquina que más que parecerse al de un colectivo se parece al de las naves que aparecen en La guerra de los mundos. Tengo ganas de sonreír, pero no lo hago, y suspiro... Y me sirvo del título para ilustrar dos mundos distinguidos por un rasgo: la manera de escuchar música; la diferencia entre escucharla y vivir a través de ella. 
Me doy cuenta de un tiempo en que evité un poco la realidad y me escondí ahí, entre los anteojos de sol para evitar el escrutinio que sentía en el peso de la mirada (que a veces ni siquiera se dirigía a mí) y en mis auriculares grandes, con el volumen al máximo para no tener que escuchar al resto, aunque el resto insiste y siempre vuelve. Porque mientras me decía "qué molesto el mundo, no lo soporto", lo que no soportaba era habitar ese cuerpo frágil y susceptible, que vibraba en cada palabra que rozaba como un cuchillo a mis nervios, y que me hacía preguntarme por qué. 
Mientras silenciaba el exterior y me refugiaba en el dolor de las canciones, que cantaban sólo para mí, me alejaba del afuera y de mí también, arrinconándome en una parte de mí misma que muchas veces llegaba a ser nada. Autómata, joven y vulnerable. Y la presión se volvía triple cuando verdaderamente quería escuchar el afuera... aquellas veces que decía "me siento tan mal que ni escuchar música quiero" ¿Me sentía mal o era mi anclaje con la realidad que me decía "bajá de la nube estratosférica, hermana"? Y a veces venía, rodeándome del sonido de la gente charlando en el micro, de los pibes haciendo algún que otro quilombo en horario de escuela, del ruido de la calle que sonaba más fuerte y sostenido en la lentitud agobiante del micro, disfrutando de ese agobio y hundiéndome en él. 
Quitarle el misticismo a la música y poder consumirla y escucharla como lo que es, por más  sentimientos y pensamientos nobles que nos inspire, ayudó. Porque es sólo eso, música. 
Pretender ser algo que tal vez no era del todo es hoy una experiencia que, como adulta, me hace sonreír.
Hay algo de lindo en contestarle a la señora de al lado que te saca charla, y no le importa lo grandes que sean tus auriculares ni lo mucho que la evites... aunque un poco me haga renegar. 
Ahora mis auriculares son chiquitos, ya no uso demasiado los anteojos de sol, no me muero de la vergüenza si me cruzo a alguien ni tampoco estoy pendiente de los pelos al viento.
Ahora escucho música a un volumen moderado; si me llaman de atrás y dicen mi nombre, me doy vuelta. 

viernes, 21 de mayo de 2021

Otoño

Una vez me aferré solemnemente a un otoño

Con ensoñaciones de día e inercia expectante de acostarme a dormir y ocupar mi verdadero lugar
Nada esperaba pasando el otoño, la intensidad de los tonos oscuros velaban lo demás
Encontré un refugio, un hogar cálido, en una transición gris de cafés de madrugada. En la mutilación del espíritu, en la presión del límite. En la quietud del silencio interno.
Conteniendo la respiración y después respirando de golpe, exhalando y suspirando, sintiendo el aliento frío
En cada pisada de hojas crujientes encontré la alegría, que se disipaba al acercarme a los charcos que las volvían húmedas
El amarillo triste de la caducidad inundaba mis ojos 
A través de los árboles muertos se podía ver el cielo, y a uno mismo desde arriba
Árboles arrogantes, como monumentos de cementerios que manifestaban una verdad, una belleza por su secreto, un enigma resuelto, un misterio que no es
Flotaba una promesa de renacimiento fénix y de arrogancia temporal
Y la amenaza inminente de la lluvia acechando y envolviendo
No buscando la lluvia ni encontrando el cemento, levitaba en el frío monótono que prometía abrazar, como una boa constrictor, y después soltar

Anhelando, sin querer queriendo, volver a brotar en verano.

lunes, 11 de enero de 2021

La viuda

Que hace duelos pequeños que le impiden concentrarse en lo "de ella". Se aviva lentamente y con cuidado, de que está alojando nuevas formas de hacerse con la vida (como si fuera poco). No está contenta, sino expectante y abierta a nuevos amaneceres. 

Tal vez no se da cuenta de que esto no tiene que ver con la novedad, sino con el desarrollo de "gérmenes" que de alguna manera estaban allí gestándose hace años, como el final, la muerte, el desamor... adormecidos y generando contradicciones por doquier en forma de flores marchitas en una primavera extendida. Creo que el verano pudo haberla alcanzado, finalmente, en una armonía fluctuante entre sus ideas, sus sentires y sus pesares ¡Espero! Como si tanto desasosiego hubiera corrido el velo del enojo y expuesto el dolor. Como si el dolor no fuera la contracara del amor, en parte.
El sufrimiento que puede paralizarla y a la vez, y con tiempo, puede hacer andar al enojo, que -sea lo que sea moralmente- es también motor y acción ¿Qué pasa cuando el enojo se extiende, se aplana y se achancha en lo más profundo del ser? ¿Se achanchará espiritualmente la viuda? No pienso tanto en la religiosidad ni en energías universales, sino en lo más íntimo del lazo. Cuando el enojo le obstaculiza la vulnerabilidad que la revela humana detrás de ese orgullo, cuando la hace sentir fuerte, plena y erótica para el show de la mirada ajena y un afuera que no es tal; pero que de noche, antes de dormir, la viuda sólo se siente como errante en su propio cuerpo.

"Su verbo vive en mi carne" Allí se queda. De allí se fue. 

sábado, 6 de junio de 2020

Art-azgo

Siendo alguien a quien "el arte", o mejor dicho, el mero "crear" se le presenta como un hacer del alma, como un deseo latente y con resultados que siempre parecen insuficientes o no cubren expectativas, es un poco frustrante conformarse con la posibilidad de sólo "sublimar".
Fan y admiradora eterna de todo aquel que puede crear algo "de la nada", una película, un libro, una pintura, una canción o lo que sea, no sé si tan así como de la nada, pero plasmar algo que tiene en su cabeza, tener una idea y que vaya tomando la forma que uno va pudiendo darle... Creo que es algo increíble.

Me parece que la admiración es medio un impedimento para el amor (ese que perdura "a pesar de todo") o para autogestionarse la creatividad, porque uno cree que ya está todo hecho, que los mejores hits ya fueron lanzados; uno sencillamente no ve posible que un humilde "impulso" de un nadie va a poder superar ciertas creatividades de ciertas figuras históricas reconocidas y avaladas por otras "mentes brillantes" o "gente talentosa". Con el lenguaje científico más positivista incorporado hasta en lo más profundo del alma de nuestros seres pequeños queriendo ser algo con forma. Con la idea de "superar paradigmas, de encontrar la cura a algo, de medir y aplicar, de validación, de consenso, de explicación", de encontrar el fallo y meter nuestro quehacer ahí, llenando e invadiéndolo todo, aplicándolo incluso al hacer artístico. Agarrando partecitas de desgarros ajenos y volcando nuestra subjetividad, si se puede...
Yo lamentablemente admiro a mucha gente. 
Puedo proyectar fácilmente y fantasear muchas cosas que sencillamente no están ahí pero con respecto a todo lo que sea arte me gusta flasharla un poco y jugar con eso, intentando abrir para escuchar lo que tengan que decir los demás. Me encanta escuchar aunque a veces siento que entiendo menos las cosas de lo que me gustaría.

... que los directores de cine, los músicos, los pintores, etc. ponen las cosas en su obra del modo en que lo hacen por algo, pretendiendo transmitir cierta idea, mensaje o incluso sensación. Muchos sin duda lo harán, a algunos les da igual y otros estarían decepcionados de saber que alguien está cerrando sentidos y lógicas en vez de abrirlas, bloqueando ciertos misterios que inundan la curiosidad humana y sus ansias de saber y conocer... El misterio que invade el cuerpo, primero que todo.
Si bien hay historias hermosas que uno ama, que cuentan, que enseñan, que explican... que se cierran y nos dejan una sensación de belleza o nostalgia; qué lindo es también el arte, cuyo simbolismo y significados no pueden establecerse del todo, que invita a contrariarse y a crear por sobre sí mismo. Una vez que el artista finaliza su obra solo puede prestar sentido como uno más y sumarlo a los múltiples sentidos que le otorgamos aquellos que sublimamos en la vida cotidiana, como dice Hornstein en la conferencia de Sublimación y creatividad: " [...] la sublimación no vale la pena pensarla en el productor solamente. Nos interesa cuánto de sublimatorio hay en el consumidor de arte, quiero decir en la persona que puede ver una película y resonar". 
Para crear es necesario sublimar, mas no es así a la inversa. 

El artista propicia un objeto mediante el cual poder des y rearmarse para poder encajar en aquel pequeño mundo fantaseado que se desenvuelve ante nosotros, como ondas de radio imperceptibles que atraviesan nuestros sentidos en el impacto corporal, que conmueven y transforman,  tocando una "fibra nerviosa", representaciones inconscientes, infantiles, etc. de la psique que ni uno mismo sabía que estaban ahí. Ese es el fin más legítimo que le encuentro al arte, a pesar de que también lo sea no encontrarle finalidad alguna. 

Dicho esto y complementando, también podría definirme como una maldita "hipster" más a la que le gustan algunas cosas que convencionalmente son muy aceptadas también (aunque nos guste creer que no), formando parte del estereotipo más molesto, ese que intenta justificar gente de renombre solamente por quiénes son, al punto de no siempre poder dejarse llevar por la experiencia artística en sí misma, en el encuentro con el objeto creado, con el artista y con uno mismo (sacándose de encima las expectativas y las pretensiones de renombre). Creo que soy un poco de ambas, que cada vez estoy intentando un poco más asimilar que el otro es un otro, en mi relación con él y conmigo misma, enfrentándome cada tanto con el espejo que me devuelve reflejos distintos, algunos más a mi gusto, otros menos. Es una alerta al mejor modo "unagui" de las repeticiones que se advierten y cierta elaboración que atraviesa a toda mi subjetividad, siendo un poco el costo de haber sido autoexigente y sedienta de reconocimiento. Es ir tanteando sobre las ideas hoy ya rotas que me había hecho de los demás y de mí,  des-rearmando mi subjetividad un poco, mis gustos, mis expectativas, mis prejuicios; a paso de hormiguita, claro, y en la medida que uno lo siente necesario o va surgiendo, ya no tengo un imperativo tan grande sobre lo que debo ser o en lo que debo convertirme... Pero por sobre todo, mi reencuentro con la "creatividad" es algo que anhelo desde hace bastante. Tal vez nunca fui muy original y tal vez nunca logré plasmar algo que sintiera que realmente "valía la pena", pero la imaginación y el poder plasmarlo fluían, y eso lo hacía legítimo. Están, ocultos en algún lugar del laberinto neurótico. 

miércoles, 6 de mayo de 2020

ponerle el cuerpo al amor

Contexto de pandemia, la vida interrumpida, las rutinas suspendidas, los otro significativos lejos, los quehaceres se volvieron domésticos y de subsistencia. Aparecieron imperativos en el aire, diciendo qué sí y qué no, empezaron a circular los discursos "habilitando" la posibilidad de la angustia, del entender la incertidumbre y por qué no, hundirse un poquito en la desesperación.
La reclusión, para muchos, se nos puso de repente cómoda en el afán "adaptativo" que el ser humano tiene muchas veces frente a las circunstancias. Muchas ideas y sentires circulan en las redes sociales, muchos sueños de alta definición recreando un afuera que de repente no está...

A mí se me presentó como un interrogante el amor ¿Qué lo sostiene cuando lo único físico entre dos personas es un dispositivo o una red social?
Muchas veces de más chica tuve amigxs vía redes sociales, esa gente con la que uno habla de cualquier cosa pero que a penas conoce y que el anhelo de cruzarse alguna vez muchas veces sostiene ese encuentro virtual. La "falta del cuerpo" no se siente como un impedimento para hacer surgir sentimientos de calidez, confianza, amistad...
Hoy que se ve como un imposible urge su dimensión necesaria ¿Por qué las parejas no funcionan a larga distancia? ¿por qué si el amor es un sentimiento "que todo lo puede" se derrumba con la ausencia (a veces ni siquiera física, sino la idea "imaginaria" que uno tiene) del otro? Y en tan poco tiempo, relativamente hablando, claro...  (no vamos ni dos meses y muchas parejas han dicho "adiós").

¿Se puede sostener el amor sin ponerle el cuerpo al asunto? ¿Hacer una videollamada es más intenso que mandar un audio y sostenerle la mano a alguien lo es aún más que hacer una videollamada?
¿Puede cobrar sentido el hacer reunión  a través de una pantalla y que cada uno esté tomando su propio mate?
Creo que algunas de éstas son las cosas que hoy circulan implícitamente como la "nueva normalidad" (espero, de transición) y cabe preguntarse cuáles son las nuevas formas de sostener los vínculos.

También me pregunto, en caso de que esto se extienda muy largamente en el tiempo ¿Qué pasa con esa forma de amor social que hay en una marcha, en una protesta? El calor de los cuerpos que te acunan mientras caminas cantando, en la resistencia pacífica que aguanta y se sostiene en la creencia de la justicia social, en la igualdad ante la ley, en el que podamos ser nosotros mismos un poco más. En la tolerancia y el amor por la diversidad y en la homogeneización de una masa gigante con el mismo aliento.
Frente al fenómeno de los cacerolazos y aplausos desde la ventana, en su calidad individual (de lo cual no voy a emitir lo que pienso acá porque no viene al caso) ¿Cómo sostener lo colectivo? ¿Puede persistir la lucha virtualmente? ¿Es sólo la sumatoria de individuos con cuerpo, con voces al unísono? ¿Es el caminar en la calle? ¿Visibilizar e irrumpir en la cotidianidad de la masa?

Me encuentro pensando en qué hace que el "estar ahí" sea tan importante, en tantas formas distintas, siendo que no es lo mismo decir "te quiero" a través de una pantalla que abrazando, ni "poner el hombro o el oído" para alguien vía audios, ni poder saludar a la gente conocida con una sonrisa por la calle, en esos días que lo encuentran a uno de buen humor en una rutina, muchas veces, arrolladora. Y pienso ¿Cómo sostener esta "romantización" (ponele) de la rutina cuando vuelva a arrollarnos? ¿Podré recordar lo infeliz que fui durante estos días encerrada cada vez que el colectivo se atrase? No lo creo. Aunque voy a apreciar el estar afuera con mi entorno y valorar esas pequeñas cosas que ahora no existen, no va a durar; pero no quita que en algún momento halla sentido esto, que hoy tenga la esperanza de que tal vez hubo un cortocircuito que haga que alguien esté más dónde debería estar: en el presente efímero.
El ser humano no puede ser feliz mucho tiempo. La felicidad plena existe de a momentos y se percibe por contrastes, habiendo estadios de paz y armonía interrumpidos por la vida que no se detiene, claro. No se pueden predecir los efectos de un encierro a causa de una pandemia, pero me gusta creer que tal vez pueda percibirse más claramente la importancia del contacto humano, ni siquiera en el roce sino en la presencia, en las ganas del estar ahí, en la escucha cara a cara, en los aromas y la comida que se comparten, en el saludo con un beso (del cual reniego internamente cuando se produce con desconocidos) y en el poder abrazar a alguien en un arranque de afecto.

Y se me viene siempre esta frase de "poner el cuerpo", que de alguna manera excede completamente a la presencia física de un otro porque con ella sola no alcanza, aunque hoy tal vez pensemos que sí.
El encuentro de dos cuerpos que a veces produce desencuentros.
El no-encuentro de cuerpos que produce azares.
Poner en juego el tacto, la escucha, sentir el peso de la mirada, las posturas corporales relajadas en situaciones familiares (desabrocharse el jean cuando comes un montón es mi favorita) la atención latente y el cuerpo tenso frente a la novedad, el deseo manifiesto del estar ahí, el anhelo de que un momento "feliz" se extienda infinitamente en el tiempo... Es un poco, BASTANTE, la nostalgia la que habla, que a veces distorsiona las experiencias haciéndonos creer que fueron mejores de lo que en verdad sentimos en ese preciso momento. Y claro, la resignificación siempre al acecho de transformar aquello que creíamos estático y cerrado.
en fin...

El amor en distintas formas; en un mensaje, en la escucha latente del que mira, en el mate que se comparte, en la música de fondo que acompaña la compañía.



sábado, 25 de abril de 2020

Soñando soledad...

... en los primeros días de cuarentena.


Metaforear la soledad y velar la inocencia
Romperse, quebrarse un poco cuando llueve
Sentir un poco la vida en cada gota que cae
Una música depre soundtrakea el momento

Las sábanas medio gastadas acarician mi piel, me doblo en posición fetal, me abrazo
Cierro los ojos un momento, fantaseo un rato con el amor, el amor imperfecto y gentil con el que puede soñar una mujer fuerte. Me tapo del frío, de la humedad, de la muerte. Me recuerdo la realidad, me da un pequeño dolor de estómago y ansío un poco... Quién sabe qué ¿despertar, salir? La cama se vuelve metonimia del todo por un segundo. 
Apago el despertador, que sonó tarde junto a mi principio de placer. Es momento de despertar, me levanto...
... aunque no para de llover.


Soñar con la soledad. Haberla soñado como un final digno y "solemne" de cualquier mujer que se cree fuerte, de cualquier anciano que se crea incomprendido, como la coronación de una vida llena de un sentir errante e inadaptado, como la condensación de todos los miedos y aspiraciones.
Hay cierto disfrute en ella, sobre todo en el regocijo de la "autosuficiencia", en ser la compañía del silencio. 
El silencio es bueno para aquel que pueda escucharlo. También confronta y desafía de ser necesario, reprocha algunas veces y otras pesa simplemente demasiado. 

La soledad es un poco como una huelga de hambre frente a los comensales. Se elige y a la vez no. 
Es una proyección de los demás al aire ¿De tu persona? ¿De sus expectativas? ¿De los prejuicios? Escapar de esa fantasmática es posible para aquel cobarde que no quiera hacerse cargo de lo que es. O tal vez haya que estar un poco "loco" para hacerse cargo de tremendo lío.
Se siente y se percibe heroico actuar en displicencia pero el costo es alto.
¿Se disfruta la soledad cuando se aprende a estar solo? Cuando se siente en lo más profundo del alma el deber de tomarse un tiempo para armarse un espacio propio de autodestrucción interna y reconstrucción; para pensarse y confrontarse ante el mar de experiencias continuo y violento que no permite hacer registro de lo que a uno le pasa con eso.

A veces es "tan sombría que no te deja encontrar tu naturaleza divina".

¿Se vuelve un anhelo cuando sencillamente no es una opción? La mística del mundo te empuja hacia afuera, como una fuerza que no permite que cualquiera entre al campo de la "compartiencia" que tiene un poco de compartir y un poco de ciencia, como una especie de vibras personales que fluyen desde lo más profundo de cada uno, fundiéndose en una gran subjetividad colectiva, en un solo ritmo que uno sencillamente no sabe bailar, no es que no quiera, es que no conoce pero que junto a alguien puede aprender. Puede ser sólo eso, no saber bailar.

Tal vez tiene un poco de un sueño que tuve hace poco, que en estos días de encierro me parece de lo más acertado. En el sueño caminaba atrás de unas personas que eran conocidos, aunque no sabía sus nombres ni tenían caras. Experimenté la ansiedad y la preocupación de no saber cómo dirigirme a esas personas diciendo "Ey, estoy acá". Sencillamente avanzaban, reían entre ellos y jamás miraban para atrás. No sabían que estaba ahí y no terminaba de reunir el valor de acercarme. 
Es caminar atrás, incómoda pero haciendo como que no, sin que nadie se entere. 

Puede ser la tensión resultante entre una necesidad de contacto humano, de la importancia creciente que toma la idea de sentirse amado y de no poder actuar del todo en concordancia con dichas aspiraciones. 
Somos seres sociales, pero cada uno no es una pequeña sociedad.
Somos parte de un todo, pero no somos sólo las sumas de nuestras partes.

La palabra en esta soledad que nos interrumpe y nos margina en nuestras casas, con nuestras propias familias ¿Pesa igual que antes? ¿Se volvió más necesaria que nunca? ¿Nos susceptibilizamos todos o sólo yo ante su poder dual de herir y sanar? Palabras que se complementan con la mirada, con un abrazo, un tono sarcástico. La tecnología nos permite estar comunicados y no sentirnos tan solos, tal vez una desventaja es contribuir a multiplicar aquellos desencuentros, malentendidos, que en menor o mayor medida son inherentes al lenguaje y al encuentro con el otro.
¿Qué pasa si todo lo que tenemos ahora son enunciados flotando en el aire, esperando a ser tomados por alguien? Que esté dispuesto a aceptar una verdad y cerrarse sobre ella, gastándola y elaborándola para poder acceder a nuevos efectos de verdad. 

¿Qué significa para ustedes la soledad? Para mí no es estar solo, sencillamente es no sentirse parte de algo más. 

Díscolo y muy singular

El mantel, la servilleta y los cubiertos obsesivamente acomodados si los colores combinan, no es casualidad.  Obra y rituales rústicos de se...